miércoles, 2 de noviembre de 2016

Se escapa el tiempo

Solemos hablar de trenes que hay que coger, trenes que no cogemos, estaciones de destino... Y ponemos estos símiles tan tópicos porque quizás tenemos la sensación de que estamos sentados en el banco de una estación llamada fracaso.

Permanecemos inmoviles en ese banco de madera ya con arrugas, ya envejecido y desgastado por las posaderas que allí han permanecido por largo tiempo. Desgastado por nuestras nostalgias y lloros.

Mientras sentados ojeamos un viejo periódico, desviando la mirada en ocasiones a esos viejos raíles y oliendo ese peculiar aroma de mezcla de acero y piedra, el tiempo de nuestra vida se escapa haciendo auto-stop. Se despide con aire burlón, y nuestra mirada se pierde en la última línea del horizonte.

No sabemos cuál es el destino de ese tiempo que se escapa. No sabemos en qué carretera bajará y volverá a esperar a otro gentil conductor que le acerque a un destino que solo el mismo tiempo guarda como el mayor de los secretos, y que a nosotros le está impedido revelar.

Quizás Dios sí cometió un error: no proporcionarnos un manual de instrucciones para descifrar ese tiempo que se va... Y ese tiempo sigue yéndose; nosotros seguimos releyendo el viejo y amarillento periódico, y añadimos una arruga más al banco de la estación.

A lo lejos vemos dos luces, quizás es el tren que estamos esperando. Cierto halo de misterio recorre nuestro vello. Observamos como se acerca, pero enseguida nos damos cuenta de que es un espejismo, como si nómadas cansados fuésemos.

Y ese tiempo sigue yéndose haciendo auto-stop, despidiéndose con aire burlón...


viernes, 22 de febrero de 2013

BRICOBIKE. Soporte para cámara de fotos

Pues aquí cuelgo una ñapica de las mías para llevar la cámara en la moto y hacer eso que tanto nos gusta a muchos bikers, filmar el asfalto por el que cabalgamos con nuestra burrica. Espero que os guste y que le saquéis provecho V'sssss!!!

martes, 29 de diciembre de 2009

Salud, gasolina y kilómetros !!!

Que en el nuevo año dispongais de salud y gasolina para rodar infinitos kilómetros

miércoles, 15 de julio de 2009

American Weekend (CALAVERAS MC BCN)


07:00 h. de la mañana de un sábado, pero no cualquiera. La "troupe" calaveril nos encontrábamos el pie del cañón ultimando detalles y cargando el ajuar para empezar la fiesta que habíamos organizado: AMERICAN WEEKEND. El nombre ya da indicios de lo que podía deparar la fiesta: country, motos, cerveza, hamburguesas...

Al cabo de una hora estábamos totalmente desplegados montando barras, carpas, innumerables barriles de cerveza (eso jamás puede faltar)... Todos aportando su grano de arena para ofrecer un buen evento y que los asistentes llegasen a sus casas con un buen sabor de boca. Miembros, amigos, supports, cónyuges... Todos doblando el lomo, desinteresadamente y con todas las ilusiones puestas en ése sábado.

Empiezan a despuntar por el horizonte las primeras motos. En poco tiempo, la explanada habilitada como parking llegaba al límite de su aforo. Tuvimos que improvisar rápidamente un lugar para que los cowboys sedientos de cerveza y fiesta pudieran dar un respiro a sus caballos de hierro.



La barra era un desenfreno de ir y venir de cerveza y bocadillos a lo americano, aunque el toque español lo daba la chistorra, y el toque transgresor gastronómico lo dió la ausencia de la clásica butifarra tan vista en este tipo de eventos. El exotismo de la barra estuvo en un original surtidor del preciado Jägermeister que, como si de algún tenebroso laboratorio se tratase, era servido con unas probetas a modo de "chupitos".

El Sol hacía ya estragos. El rojo "guiri" ya empezaba a notarse entre los que para algunos eran nuestras primeras exposiciones prolongadas al Sol de la temporada.

El polvo en la entrada no cesaba de revolotear en el aire, provocado por el ir y venir constante de motos y autos. Mientras tanto, en el interior de la sala de baile, los grupos amenizaban la calurosa fiesta, bajo la agradecida sombra del local, en la que algunos expertos bailarines ofrecían un espectáculo de baile country al compás de los grupos.



Pero detrás del telón, ese espacio que no se ve y que es donde se hace el trabajo para que la función sea un éxito, los Calaveras dábamos lo máximo de nosotros para que aquello que habíamos organizado con gran ilusión tuviera sus frutos.

El ocaso ya se empezaba a divisar en el cielo. Los sempiternos faros encendidos de las motocicletas ya empezaban a iluminar el camino por el que habían venido. Felicitaciones constantes de los que asistían formaban parte de la despedida.

El negro manto del cielo ya dominaba la extensión. Llegaba el momento de un merecido descanso, esa merecida cerveza tomada con tranquilidad, junto a los hermanos. Las agujetas y el sopor en la piel del sol empezaban a pasar factura, pero todo había valido la pena. ¡ Habíamos montado una buena !

Ahora tocaba el camino inverso. Desmontar barras, carpas, surtidores, mesas... Vuelta al local, descargar... y tomar la penúltima en nuestro humilde pero acogedor agujero, saboreando la exitosa jornada que con tanto entusiasmo y humildad habían organizado unos rudos moteros. Pero el éxito no fue únicamente gracias a esos rudos moteros. Sus mujeres, amigos, supports... esas personas que desinteresada y altruistamente siempre están ahí, con disposición absoluta a ayudar, colaborar, doblar el lomo... Personas que ayudan a que un club con 22 años de vida siga viviendo y consiga la inmortalidad.

Y como no, gracias a todos esos sedientos cowboys que vinieron a compartir con nosotros tan inolvidable dia, que sin su presencia, no hubiera sido lo grande que fue.

domingo, 5 de julio de 2009

Barcelona - L'estany - Mura - Barcelona


Ver mapa más grande

Salgo de Barcelona dirección Granollers por la C-17. A la altura de Mollet, cogiendo la C-59 dirección Caldes de Montbui. Pasado Caldes de Montbui, atravieso Sant Feliu de Codines, para emprender dirección Moià por la misma carretera. Desde Caldes ya empezamos a disfrutar de buenas curvitas, aunque pasado Sant Feliu es donde notaremos que sube el fresquito de las cimas y empezaremos a sentir los agradables olores que nos deparan los bosques que atravesaremos.




Atravesando el bonito pueblo de Moià, encuentro casi al final un desvío a la derecha que indica L'estany, también por la C-59



Si las curvas de antes me han hecho agradecer el paseo, ahora mi disfrute va en aumento. Casi llegando a L'estany, como si de un oasis se tratase, descubro a mano derecha una fuente natural de agua fresquísima, bajo las sombras de unos pinares, feudo de numerosos ciclistas y caminantes que allí paran para avituallar el sudor gastado.






Ahora viene el momento de reponer fuerzas. Después de un agradecido refresco en mi particular oasis, sigo por la misma carretera, y a un par de kilómetros, entrando en el pueblo de l'Estany, aparco la burra enfrente del Hostal Grau, donde saciaré el estómago con yantares como estos:






Después de saciado el hambre con tales suculentos productos, reemprendo la marcha a Barcelona, pero esta vez rodeando el Parque Natural de Sant Llorenç del Munt. Para ello, cojo de nuevo la misma carretera por la que he venido, hasta llegar a Moià. Casi al final del pueblo, un desvío a la derecha, el cual reza: Calders - Manresa


Los primeros kms de esta N-141 me estaban pareciendo algo aburridos, y no por el paisaje, sino por el ancho de la carretera y curvas largas y abiertas, no precisamente divertidas. Pero esta sensación, afortunadamente, pronto se acabará. Mientras continúo, una vez pasado el pueblo de Calders, encuentro una rotonda. Dilema, por dónde pillo ? Decido coger la salida que pone dirección Sabadell, y cuál es mi gozo, cuando encuentro una carretera como esta:






Ahora sí que estoy como pez en el agua ! Una solitaria carretera con curvas sin una recta que respiren, bordea el Parque Natural de Sant Llorenç del Munt. Como hasta ahora todo era improvisado, estoy a la expectativa de ver qué nuevos destinos me depara el dia de hoy. Así que, mientras aún no he saciado mi hambre curvera, un escondido desvío encuentro a mi derecha, en el que dos ciclistas descansaban apoyados en la señal. Paro junto a ellos, y después de formalidades varias, me recomiendan continuar por esa carreterilla dirección Mussarra. Así que ni corto ni perezoso, sigo los consejos de esos hombres que parecían duchos en conocimientos en cuanto a la comarca que hasta ahora estaba atravesando.

Después de unos 8 kms por esta carretera que a duras penas caben dos motos, voy a parar a una comarcal, en la que me dirijo hacia Mura




Más adelante, un desvío que reza: Ermita de Sant Antoni - Font de l'Era. Pues allá voy !!!







Una carreterilla vertiginosa me lleva de bruces a la pequeña ermita, solitaria, y acompañada únicamente por el correr del agua de un pequeño riachuelo, y que ni pintado ha venido para sentir cierto alivio bajo tanto sol, y que no me lo pienso dos veces en zambullir en él mi sudorosa y caliente cabeza...





A unos centenares de metros de la ermita, el hermoso y pintoresco pueblo de Mura, por el que vale la pena perderse a pie por sus calles



Ya va siendo hora de volver al redil, pero quiero hacerlo a la aventura; así que saliendo de la carretera de Mura, en dirección al parking municipal, cojo otro desfiladero dirección Rocafort. Ni idea de donde aparecería, pero los kilómetros por esa senda bien merecían la pena


Aparezco al final en Pont de Vilomara, muy cerca de Sant Vicenç de Castellet, y ya más familiar para mi esa zona. Por la misma carretera de Sant Vicenç de Castellet continúo dirección Barcelona, para volver por la carretera de Monistrol y Olesa de Montserrat, bordeando la emblemática serranía de la provincia.



sábado, 27 de junio de 2009

100 Kms, cigarro y carajillo...

Apenas dormí esa noche... A las 04:30 habíamos quedado Javi y yo en Abrera, para salir al encuentro del (valga la redundancia) II Encuentro del Comando. Con las ganas de emprender la aventura, la cita en Abrera fué antes de la hora prevista, para aprovechar y degustar con tranquilidad el primer par de cafés que nos ayudarían a tonificar nuestros culos durante los próximos 600 Kms.

Poca cosa en la bolsa cubre depósito: un par de gallumbos, chubasquero, un par de camisetas, un jersey (la meseta castellana depara sorpresas hasta en pleno solsticio), tabaco, y sobre todo, ganas de rodar.

Nos dirigimos por la AP7 hacia Hospitalet de L'Infant, donde nuestro buen amigo René nos esperaría a las 05:30 en el área de Servicio. Así fué, y con puntualidad Suiza, ambos ya estábamos a esa hora tomando el tercer café.



Todavía no despuntaba el amanecer, pues necesitábamos todavía de la ayuda de los faros para trazar con seguridad los 500 Kms que nos quedaban hasta Cuenca.

100 Kms, cigarrito y carajillo.. Esa era la media de nuestras etapas. No siempre lo más bonito es el destino, si no el trayecto hacia el destino. Teníamos ganas de llegar y encontrarnos con nuestros amigos, pero cada kilómetro y cigarro lo degustábamos y buscábamos cualquier atisbo de aventura para recordarlo.

Cercano a las 09:00, nos encontrábamos en Cheste con Sepu (Quique) y un amigo suyo, Ritchie. Era el primer contacto personal con el simpático y ocurrente Sepu. Desayunamos juntos en un bar de carretera, en el que no faltaron los brindis por el encuentro y por el buen rollo. Desgraciadamente él no podía continuar hacia Cuenca. Habíamos acordado que menos que estar un rato juntos y poner caras y voz a nuestros cientos de posts cruzados.

Una vez saciadas nuestras básicas voluntades (hambre y sed), el trio "Guadalajara" (ocurrencia de René) enfilamos la nacional hacia Requena, donde nos esperaba nuestra mamá forera, Ann, a la que no veíamos desde hacía un año. Un malentendido provocó que no nos encontráramos en el sitio acordado, pero al final, y aunque me pese decirlo, gracias a los móviles, todo se solucionó.

Hasta este momento, todo era calculado; las horas de encuentro, lugares... Pero el viaje pronto nos deparaba la primera sorpresa. Alex y Esteban (los dos mozos de Daimiel), no venían hasta por la tarde a Cuenca. Continuando desde Requena con Ann, René para en una rotonda. Lo primero que piensas es que tendrá ganas de fumar otro pitillo... Pero no fué eso. Alex y Esteban nos estaban esperando allí, con la Pegaso y la Aquila !!. Que gran sorpresa !! Como no, abrazos, sonrisas...

En Cuenca nos estarían esperando Martin y Mac. Sobre las 13:00 nos llama Barbatros (supuestamente desde Huelva, su residencia) para ver como nos iba, ya que él no había podido venir. En su tono se notaba una envidia sana de no poder estar ahí con nosotros, y nosotros con cierta tristeza de que así no pudiera ser.

Hacia mediodía ya entramos en Cuenca, directos al Hostal Huécar, junto al río que lleva el mismo nombre. Ya habíamos localizado un parking junto al Hostal en el que podríamos dejar nuestros duros hierros. Así que después de atar entre sí las monturas, y dirigirnos hacia una imperiosa y necesitada ducha, la segunda sorpresa del Encuentro, y para mí, el broche de oro del Encuentro. Entramos en el hall del hostal, y alguien que estaba sentado en el sofá, un tipo grande, ciertamente barbudo, se levanta y nos recibe con una sonrisa de oreja a oreja. "Coño Barba" - exclamamos casi todos al unísono -. " OSTIA PUTA " !! " JODER " !! y exclamaciones castizas similares tronaban en el hall. Nuestro amigo Barbatros, que supuestamente no venía y se encontraba en Huelva, donde reside, nos estaba esperando. Junto a él, Niki y la simpática Rocío.
No me lo podia creer, más bien pensé que sería fruto de algún espejismo o mala jugada de las horas de sol sobre el alquitrán.

Que entrañables sensaciones le entran a uno con sorpresas semejantes. Poder abrazar a personas que siempre has apreciado, que siempre te ha unido algo especial hacia ellas.

Sólo faltaban por llegar los dos amigos canarios, Martin y Mac. Al poco de hacerlo nosotros, así fué. Y como no, su sorpresa al ver al bueno de Barba también fué digna de fotografiarla y enmarcarla.

Y por fin, puede abrazar en persona al buen amigo Martin, con el que tantas y tantas conversaciones telefónicas habíamos tenido. Con él vino Mac, y aunque hasta el momento el contacto con él en el foro era escaso, demostró ser una persona a la que le coges un gran aprecio al momento y que se deja querer ya sin acabar la primera cerveza.


Son momentos y fotografías que te quedan grabados en el corazón: sensaciones y sentimientos que te hacen sentir como tu sangre hierve y fluye, abrazos y palabras sinceras. La emoción y la sinceridad fluyen en todos constantemente, creando un caldo de cultivo que proporciona una hermandad y buenas voluntades en el que mútuamente nos contagiamos todos.

Los sedientos jinetes del asfalto necesitábamos llenar nuestros vacíos estómagos, por lo que nos dirijimos hacia el centro de la ciudad para descansar y brindar en cualquier castellana posada. Encontramos una terraza que sería el centro de los ires y venires de jarras espumosas, de risas, de chistes, de anécdotas... Alex nos obsequió con unos parches personalizados conmemorativos del encuentro, que él se había currado la noche anterior. Parches artesanos, hechos a mano y que le dan un valor y recuerdo impagable.
Horas y horas hasta que anocheció, momento en el que nuestros buches, a rebosar de cerveza, necesitaban de yantares en algún egregio mesón.

Martin ya tenía ese punto controlado. En la bodega de Basilio nos estaría esperando una mesa llena de viandas castellanas y nobles caldos para acompañar entre bocado y bocado.

Como personas sencillas que somos, pues con sencillez disfrutamos y nos divertimos. Así que con nuestros ya pesados vientres, cogimos líquidos típicos de cada tierra que cada uno trajimos, y junto al rio cerca del hostal, acabamos con las botellas de Ratafía, Patxarán y Ron canario que engullíamos junto al suave discurrir del Huécar. Una frase del bueno de René, que creo que lapidaria: " si el rio llevara cerveza, me tiraba de cabeza !! ", ya lo dice todo. Momentos en que te gustaría que el mundo ahí se parase, en los que te quedarías rodeado de esas personas que te hacen sentir bien en cualquier momento, personas de buen corazón en las que puedes confiar, y con las que puedes compartir cualquier trago de lo que sea tanto en buenos como malos momentos.

A las 10:00 del domingo ya estábamos la mayoría en pie. Teníamos que partir no muy tarde de vuelta hacia nuestras ciudades, y otros 600 Kms. nos deparaban. Martin, Mac, y la familia Barbatros saldrían más tarde en tren hacía Madrid, donde los canarios cogerían un vuelo hacia las islas y Barba y su familia otro tren hacia Huelva. Alex y Esteban partirían más tarde hacia Daimiel, en sus monturas.

La añoranza ya sin haber partido, la tristeza, el sabor agri-dulce de la partida me encogía el corazón. ¿Por qué todos los dichos y refranes tienen siempre tanta razón? ¿Por qué lo bueno siempre tiene que ser breve para ser dos veces bueno? ¿No puede ser eternamente bueno, sin ser breve? Total, que después de tanta paja mental, después de abrazos de despedida y de un "espero volver a repetirlo", y con cierta negación a querer partir y que se acabara ahí, René, Javi, Ann y yo emprendemos la vuelta por donde habíamos venido.

En Requena, el mismo punto en el que habíamos hecho la ida con Ann, nos despedimos de ella. Quedamos de nuevo el "trio Guadalajara", y la misma operación de la ida, se hizo a la vuelta. 100 Kms, carajillo, cigarro... Yo no quería llegar, quería que el trayecto fuera permanente, que siempre quedasen otros 100 Kms, carajillo y cigarro... Pero no siempre todo acaba. Acaban los kms (por hoy), pero no acaba la amistad y hermandad; no acaba el saber que siempre tienes a buenos amigos con los que puedes rodar hasta las mismísimas entrañas del infierno.

LARGA VIDA AL COMANDO CUARTO DE LITRO !!!


jueves, 5 de marzo de 2009

Entre niños y grasa

Hoy ha tocado dedicarle un tiempo a mi niña. Cuando las cosas te cuestan sudor, horas extras, ahorro… procuras cuidarlas lo mejor que puedes, para que ese esfuerzo se vea recompensado con una larga vida de aquello que has adquirido. Y si esos cuidados son hechos por tu propia persona, por tus propias manos, por tu propia imaginación, la satisfacción final no tiene precio.

Ya hacía días que había advertido que el cable de embrague se estaba jodiendo. Como soy un ansias, y cuando veo algo que no me gusta he de arreglarlo inmediatamente, no he podido perder tiempo en solucionar el problema.

Antes de cruzar mi ciudad para ir a buscar un puto cable, he echado un vistazo en mi ajuar motero a ver que encontraba por allí. Destornilladores por aquí, bujías por allá, y entre toneladas y toneladas de tornillos… oh!!! Un cable nuevo!!! Total, que ya que me iba a poner manos a la obra, decido a hacerle un repasillo a fondo a la nena: bujías, filtros de aire, tensado de cadena, engrasado…Como no, me acompañaría un viejo y vetusto reproductor de CD amenizando mis labores bajo el gran y malogrado Vaughan.

Sentado en el suelo, junto a mi amada, las manos negras como el tizón, y llave inglesa en ristre, unos niños recién salidos del cole asoman sus cabezas por la puerta del parking que permanecía abierta. “ que moto más chuli “ alguno de ellos dice. Levanto la cabeza y me enternece ver unas expresiones tan inocentes.
- ¿ Podemos verla? - dice el más alto de ellos y a tenor más decidido.
- ¡Claro chavales!
- Qué estás haciendo… - pregunta el más curioso –
- Arreglar un cable, engrasando… ¿Quereis ayudarme? – les invito yo
- ¡Sí Sí! – emocionados responden

Total, que la tarde me había deparado a unos ayudantes espontáneos en mis quehaceres grasientos. Aguántame aquí, aprieta allá… tareas muy simples, pero que a ellos les emocionaba y divertía como nadie. Y a mi también me divertía y emocionaba, y no por el hecho de estar cuidando a mi nena, si no por el clima tan sano y de inocentes corazones que habíamos conseguido crear en esos momentos; y todo ello, en compañía del Texas Flood…

Al acabar, me preguntan si puedo llevarles a dar una vuelta. Me hubiera encantado dar una vuelta a la manzana con ellos, pero mi prudencia me decía que no podía hacer eso con un niño al que no conocía. La excusa de que no tenía más cascos fue la ideal. Uno de ellos me dice:
- ¡¡Cuando sea mayor quiero ser piloto!! – Le digo que eso es muy bonito, pero que sólo corra cuando esté en las carreras, y que por la ciudad y la carretera sea muy prudente. Bueno, es lo que tiene cuando uno empieza ya en una edad talludita, que trata en ocasiones de ser un improvisado “padre” y procura transmitir buenas y sanas enseñanzas a la juventud.

Mientras iba ya recogiendo, ellos se quedaron conmigo, hasta que salimos. Se despiden con un adiós y con una cristalina sonrisa que denotaba que habían pasado una de sus mejores tardes. Que mejor tarde que estar trasteando una moto en lugar de estar frente a la play – les digo -.
Mientras alzan la mano despidiéndose, unos metros alejados, les digo que no se vayan, que esperen un momento. Me acerco a ellos y les digo que entre moteros deben saludarse y despedirse al estilo Bultaco, con el dedo pulgar alzado. Sí, ya sé que muchos puristas me dirán que el auténtico modo consiste en saludar con los dedos en “V”, pero a mi me mola más el que hace honor a ese pedazo de motos legendarias que parió Paco Bultó, además de ser un símbolo de nuestro suelo patrio.

Mientras me dirigía hacia mi casa, pensé que quizás en unos años, mientras esté viendo algún moto GP por la tele, veré a un niño ya crecido a bordo de un pepino, sobre un podium, alzando una copa, y saludando a sus compañeros al estilo que un dia un desconocido de su barrio le enseñó, al estilo Bultaco.

lunes, 2 de marzo de 2009

Nos vemos en la carretera y en... CUENCA !!!


Qué sería de la vida de un motero si no tuviera buenas aventuras asfálticas que contar… Pero hay aventuras y aventuras. Hay aventuras que surgen al momento, improvisadas, sin nada planeado; y otras que llevas mucho tiempo esperándolas, hablándolas con tus buenos amigos, aquellos con los que has compartido muchos kilómetros y sabes que siempre están ahí aunque algunos estén lejos, para lo bueno y para lo malo, planficando lo básico para que realmente la aventura real surja dentro de una aventura planeada.

Dentro de tres meses escasos la aventura será camino a Cuenca. Una vetusta y austera planificación en la que el resto está destinado a la improvisación. Da gusto saber que puedes contar con amigos a los que no les importe la hora de salida, ni el frio, ni la distancia, ni dormir en una cuneta… Amigos a los que no les importa que se les quede el culo cuadrado con tal de compartir contigo la soledad entre tu y tu montura mientras ruedas. Que comparten la misma sensación de sentir el golpe del viento en tu pecho, el sonido de las revoluciones de los pistones, los bailes de los dedos cuando notas que se te duermen, las ganas de encontrar una buena posada donde te sirvan un reconstituyente café que ayude a subir la temperatura de tu cuerpo… Seremos masocas los moteros? Igual sí, pero me mola ese masoquismo!

En otros extremos de la Península y fuera de ella (Canarias, en éste caso), otros masoquistas del asfalto están sintiendo lo mismo que nosotros. Hacen exactamente lo mismo, el viento les golpea el pecho, las manos se les duermen, pero el destino es común en todos ellos: Cuenca. Nos encontraremos allí con un buen puñado de amigos. Algunos a los que conozco personalmente y con unas ganas locas de volverlos a abrazar, y a otros a los que será la primera vez que les doy un abrazo; pero un abrazo sincero y de corazón, pues a pesar de que hasta ese momento la amistad ha sido forjada de un modo digamos, virtual, han sido muchos los acontecimientos que demuestran que realmente se merecen un abrazo de todo corazón.

Es el segundo año en que unos locos que pasan la mayor parte de su tiempo libre junto a su niña
cromada van a encontrarse para acabar juntos con todas las existencias de cerveza de la ciudad que será escenario del encuentro, para entre trago y trago, contar anécdotas, compartir vivencias, reir… Quien más y quien menos goza a menudo de momentos así, pero cuando todos estos momentos vienen después de tragarte 3 o 4 depósitos de gasofa en unas horas, saben mejor que irte a cenar al restaurante más caro de tu ciudad. Ser humilde y sencillo te ofrece la posibilidad de divertirte y disfrutar precisamente de eso, de la humildad y sencillez, y, de alguna manera, compadezco a aquellos que necesitan de la opulencia para pasarlo bien.

Entre moteros suele decirse: “ nos vemos en la carretera!! “, pero ahora toca decir:

NOS VEMOS EN CUENCA!!!



(no olvides para la música del reproductor de radio para ver el vídeo)

sábado, 31 de enero de 2009

24 Enero 2009 XV Aniversario Diablos MC Barcelona

Enhorabuena a la organización de Diablos Mc por depararnos con una estupenda fiesta. Tres bandas estupendas: Olaf y los Bidones, The Confidents y el front man y pedazo artista Fernando Lavado, ex Gatos Locos.

La primera banda (Olaf y los Bidones), con una puesta en escena sencilla y al buen estilo Rockabilly, con su repertorio en español y una ejecución estupenda en sus temas ya hicieron entrar en hambre de fiesta al personal.
Como segundo plato entraron en escena The Confidents, que a la voz de tres hermosas féminas nos deleitaban con buenos temas soul y billy, bajo unos sensuales movimientos de caderas de las mismas.
Y como postre, el impresionante Fernando Lavado, ex Gatos Locos, que demostró que tiene mucha candela que dar todavía por los escenarios. Él solo sobre el escenario, bajo un repertorio secuenciado, se ganó al público con su entrega y saber estar, haciendo un repaso sobre covers de clásicos del Rockabilly y Rock & Roll.

La cerveza no faltó en la fiesta. Tampoco faltó ambiente cincuentón: una mini exposición de coches de la época le daba el toque retro al dia.

En definitiva, una fiesta en las que no te das cuenta y ya se ha puesto el sol, que te deja un buen sabor de boca. No habia momento para aburrirse. Rodeado de los amigos Calaveras todo es más fácil: risas, buen ambiente, amistad, bailoteos…

Felicidades a Diablos por su XV Aniversario y por la buena jornada que nos han hecho pasar a los allí asistentes, esperando podamos celebrar junto a ellos muchos más aniversarios.



(no olvides detener el reproductor de radio arriba a la derecha antes de reproducir el vídeo)

miércoles, 7 de enero de 2009

Las primeras cervezas del año

A menudo todos nos deseamos empezar el nuevo año con el pie derecho. Pero no olvidemos que empezarlo con buenas cervezas, y rodeadas de buenos amigos, sin duda es síntoma premonitorio de que el comienzo es bueno.

Hacía mucho tiempo que había perdido el contacto con Jordi mi excompañero de batallitas (y nunca mejor dicho, pues fuimos compañeros en una mili entera, y al que los soldaditos que congeniamos con él le pusimos el mote de "Rocker"... por el tupé?). A veces nos habíamos encontrado por los tugurios del centro de la ciudad, tugurios donde el Rock & Roll y las cervezas nunca se acaban. Siempre había habido una relación muy cordial. Es lo que tiene compartir barracón y barrigazos.

Siempre digo que las casualidades no existen. Las cosas suceden porque tienen que suceder. El destino quiso que nuestros caminos se cruzaran sobre dos ruedas. Que alegría volver a saber de mi amigo Rocker !!!! Siempre le había guardado un aprecio especial.

Muchas veces, cuando dejas de ver a alguien durante mucho tiempo, ése tiempo enfría la relación y los motivos de conversación, convirtiendo a ése alguien que te encuentras casi en un desconocido. Pero con Rocker no fué así, todo lo contrario.

He tenido la fortuna de conocer desde dentro lo que él empezó una vez colgado el petate. Un grupo de gente, de los más antiguos de la ciudad, que se ha hecho grande. Un grupo sólido, gracias a la gente que de él forma parte. Una gente cordial, en la que no te sientes extraño la primera vez que los visitas. Te sientes como parte de ellos. Apretones de manos fuertes y sinceros, como buenos y leales caballeros.

Mis primeras cervezas del año fueron junto a ésta gran familia que son los Calaveras. Unas cervezas y una fiesta que siempre quedarán grabadas en mi corazón.

Amigos Calaveras, os deseo lo mejor de lo mejor. No sólo éste año, si no todos los que vengan.

Que sigais igual de humildes y sencillos, cordiales, y sobre todo, que la amistad y lealtad no decaiga jamás. Suerte!!!

domingo, 9 de noviembre de 2008

Siente conmigo la libertad


" Pero ésta vez el espejismo será real, y tu aliento sobre mi nuca lo sentiré de verdad… "



Es cierto que un motorista tiene suficiente con respirar libertad tragando millas a bordo de su montura. Ésas millas saben bien si las acompañas bajo el compás de Hendrix, Beck, Thorogood… pero la guinda del sabor la pone cuando alguien especial las comparte contigo rozando tu espalda.

Faltan sólo un par de horas para que el Sol se ponga. No paro de tomar cafés para no caer en el hipnotismo de tu verde y destellante mirada. Una mirada emanada de unos (no encuentro adjetivo suficiente para calificar la hermosura) ojos que llenan el espacio vacío que deja el aire, acompañado de una sonrisa procedente de unos labios seductores que provocan mudez en mi. Una simpatía contagiosa que hace olvidar por momentos mis problemas...

Inmerso en contemplar tan hermoso y relajante paisaje, mi “yo” bohemio me dice que necesito perderme por cualquier carretera hasta que acabe con la gasolina. Pero no quiero hacerlo solo. Deseo que te pierdas conmigo por cualquier solitaria carretera, mientras siento el roce de nuestras cazadoras. Quiero que nuestras miradas se fusionen en el Sol que se va poniendo tras la colina. Que sintamos el mismo viento que trata de impedir nuestra aventura. Notar el aliento de tu sempiterna sonrisa en mi nuca.

Miro el parcial del contador. Me quedan unos 200 kilómetros hasta que mi cerdita empiece a toser, pero no quiero pensar ahora en gasolineras. Sólo gozar de éste momento que parece un espejismo, y que me da miedo a tocarlo para no romper el encanto. Estoy gozando viendo como el anochecer va oscureciendo el asfalto, transformando las arboledas en misteriosas formas fantasmagóricas. Nos cruzamos con otro solitario faro, seguramente otro “loco bohemio” que no quiere que el frio acabe con su aventura.



El Sol se ha puesto ya por completo. Seguimos en la carretera: tu, yo y el caballo de hierro que nos enseña a gozar de la libertad de una manera diferente. Tu aliento sigue calentando mi nuca, reconfortando el frio ascenso. No necesito nada más por hoy. Tengo lo que cualquier motero necesita…

Pero la realidad del momento ha roto el espejismo. Todo era irreal mientras estaba hipnotizado por tu verde mirada. He despertado, lo he tocado, y se ha roto la magia del conjuro de tu sonrisa. Deseaba que el tiempo se hubiera detenido unos instantes antes.

Pero no voy a desistir en que vuelvas a ser la protagonista de mi particular aventura. Deseo volver a hipnotizarme con tu belleza, contagiarme con tu sonrisa, aprender a leer tu mirada… Pero ésta vez el espejismo será real, y tu aliento sobre mi nuca lo sentiré de verdad…

sábado, 8 de noviembre de 2008

Entre carajillos y dominó


" ... y la máquina teletransportadora de moléculas me devuelve a mi montura. "


Todo aquél que vive en un barrio ajeno a zonas residenciales tiene cerca un bar carajillero. Ésos bares en los que entras y parece que en cuestión de segundos alguna máquina teletransportadora de moléculas te ha llevado hasta el mismísimo corazón londinense y te ha dejado tirado en medio de la niebla a orillas del Támesis.

A pesar de vivir en la era de la tecnología, en la que puedes hablar con personas en la otra parte del globo a través de una pantalla, en la que puedes localizar a cualquier persona con un teléfono aún estando en el Himalaya, los bares carajilleros siguen siendo los bares carajilleros. Locales con regusto de mediados de siglo, en los que la barra de mármol ha perdido todo brillo y han dejado huella las cicatrices de la Vileda.

Entras y ves a tipos de barrio, solitarios, rudos, apoyados en la barra, con la tez curtida y las manos callosas por haber estado toda su puta vida currando en lugar de ir a la Universidad, tomando su carajillo de Magno, su quinto, o su barretxa. Unos potes de cristal conservan dentro de una mezcla de colores rosados y verdes, parte de esos aperitivos que tanto caracterizan al españolito de a pie: banderillas, berenjenas aliñadas, guindillas, olivas sevillanas… Unos metros al fondo, unas mesas con vetas desgastadas de fórmica marrón, 3 tipos pasan la tarde jugando a un clásico de nuestro suelo patrio, el dominó. Llevan toda la tarde con el mismo carajillo, ya frio, saboreos de una hora en cada trago que dan; pero ellos más que nadie saben lo que es saborear una sobremesa, lejos de las prisas mundanas e histerias que nos hacen ser casi inhumanos.

En un rincón, sobre un armario de envases de sifón Ondina, la tele a medio volumen emite un programa de esos de cualquier tarde en el que “ periodistas de investigación “ tafanean en la vida de cualquier famoso o vividor al que nunca le han salido ni saldrán callos por doblar el lomo.

- “ ¿Qué ponemos? ” Pregunta el hombre de cierta edad tras la barra.
- “ ¡Pues un quintillo !” No sé porque pido siempre quintos, si siempre acabo bebiéndome dos o tres, y acabaría antes con una mediana, pero bueno, es por eso de que así parece que me contengo más.

Un tipo de los que permanece en la barra suelta en voz alta un comentario sobre la crisis mundial. El comentario abre paso a una conversación, en la que varios participamos y opinamos. Se entabla sin forzar ni pedirlo un tema, amenizado por el “ quintillo ” y los golpes de las fichas de dominó de la mesa del fondo.

Ese quinto me está entrando como miel sobre hojuelas. “¡Póngame otro!”, al mismo tiempo que señalo con el dedo el botellín ya vacío. El hombre mayor sirve en unos platitos blancos unas rodajas de choricitos fritos, del que todos damos buena cuenta. La conversación continúa, pero no sé porque tipo de magia, la conversación ha derivado en un suceso reciente ocurrido a uno de los interlocutores.

Llevo ya tres quintos, y la cerveza me obliga a ir al WC. Un pequeño cuarto decorado con baldosines color verde hospital, de los que ya no se encuentran. La cisterna yace elevada, con un desagüe de viejo y negro plomo, y lo que antaño el tirador sería una cadena, es ahora un trozo de cuerda. Una bombilla solitaria en el techo y con el cable visto ilumina “ mi puntería “.

Vuelvo a la barra, ahora con otro tema de conversación en el ambiente. Pero se hace la hora ya de irme al redil. He salido de currar y antes de subir a casa, he estado un rato en el bar carajillero de mi barrio. Me he tomado 3 quintos, he picado unos choricitos fritos y me he gastado 3 euros. Me he distraido sin necesidad de opulencias, en mi barrio, viendo a las gentes de a pie y del dia a diam, conversando con ellos. Ahora cuando los vea por la calle los saludaré; nada que ver con el bar de diseño del anterior fin de semana en que todo era impersonal, distante, lleno de niñas monas y repelentes, y que cualquier copa que pidieras te hacía temblar la cartera.

Salgo del bar, despidiéndome de mis compañeros eventuales de conversación con la mano en alto, y la máquina teletransportadora de moléculas me devuelve sobre mi montura.

En el semáforo, pienso que va siendo hora de reivindicar los bares carajilleros de barrio, contribuir a que no desaparezcan y que no sean sustituidos por frios neones y camareras con sonrisas de plástico, en los que empezar una conversación con un desconocido puede abrir ciertas sospechas sobre la finalidad con la que hablas con el desconocido en cuestión. Eso jamás te pasará en un bar carajillero, y jamás conocerás tan a fondo el corazón de tu barrio y de sus gentes como en el bar que juegan los rudos obreros al dominó en la esquina de tu calle.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Swing, vino, y tu sonrisa


" No quiero irme a dormir. Voy a desenfundar la guitarra, y decir con ella lo que no puedo continuar con palabras; y lo haré con el lloro del alma, con un blues… "

Hoy he cogido por primera vez mi vieja Fender. Hace ya algo más de un invierno que permanecía hivernando en su funda negra, dormida, muda; esperando que alguien la hiciera hablar.

Ella debería estar enojada conmigo, por haberla tenido tanto tiempo abandonada, sin nadie que le lustrara sus cuerdas de acero. Ella estaba acostumbrada a sentir a través de mis dedos lo que con palabras no sé hacer.

Con el paso de los años, creo que voy aprendiendo que el alma, los sentimientos etéreos, lo que sale del corazón, no debe forzarse a que se sienta. Cualquier motivo, momento, canción, olor, sonrisa… puede provocar un sentimiento.

La Big Jamboree amenizaba la velada con un siempre agradecido swing. Las largas notas de saxo eran saboreadas y remojadas con una copa de vino blanco. A mi lado, su sonrisa. Una sonrisa que llenaba e iluminaba la oscuridad de la sala. Una belleza y expresión que hacía tiempo que no gozaba tanto en contemplar.
Las miradas furtivas de sus cristalinos ojos, la sonrisa en sus miradas, sus palabras, los cigarros que ella me encendia, sus manos que me rozaban y cogían… hacían temblar mi adrenalina.

Todo era un cocktail fantástico que parecía irreal. Las pentatónicas que recorría el guitarra, el walking del contrabajo, el aire convertido en notas celestiales de los vientos, el vino, y la compañía de esas curvas y sonrisa que me estaban enloqueciendo. Un cocktail explosivo y ardiente que empezaba a hacer efecto. Poco a poco venían recuerdos de cuando le hablaba al aire con mi guitarra, ahora abandonada. No podía por más tiempo tenerla en el olvido. Cuántas cosas necesitaba expresar en ésos momentos, y sólo podía hacerlo a través de unas cuerdas de acero.

La ciudad lluviosa y oscura era otra paseando abrazado junto a ti. Era de noche, pero el sol estaba ahí. Llovía, pero cada gota estaba llena de luz.
Deseaba perderme en la pasión de tus labios. Nadar entre tu carmín y tu sonrisa. Perderme y desaparecer rodeado por tus brazos. Susurrarte al oido cuánto te deseaba y lo que hacía ya mucho tiempo que no sentía y lo que habías provocado que sintiese: desear a alguien con toda mi pasión como sentía contigo y volver a decir con mi guitarra lo que con palabras a veces me es imposible.

Está a punto de salir el sol ya. Despierto, cansado, pero feliz y al mismo tiempo añorante y sensible. Veo desde la ventana las farolas apagarse. Las gentes iniciando su rutina por las calles. Y yo aquí, en mi escritorio, recordando la inolvidable noche que he pasado junto a ti. Deseando volver a verte y rodearte con mis brazos. Morder tus labios, rozar mi piel con la tuya, tenerte… Has sido la única que ha conseguido que vuelva a creer en el lloro del alma.

No quiero irme a dormir. Voy a desenfundar la guitarra, y decir con ella lo que no puedo continuar con palabras; y lo haré con el lloro del alma, con un blues…

miércoles, 29 de octubre de 2008

Dias de lluvia

Quién no ha pasado jamás ratos apoyado en una ventana viendo como la lluvia moja las calles de su ciudad. Lluvia en la que cada gota trae un recuerdo, una añoranza, un pensamiento, un olor…

Esa lluvia que parece hablarnos a través del olor a mojado, a la que no le hemos dado permiso para hacernos recordar. Una comunicación especial se establece con el líquido elemento con el que la madre naturaleza nos obsequia.

Cada gota que cae se convierte en una brillante y nítida bola de cristal, en la que veo fotos de mi vida impresas. Un buen compañero de carretera y mejor persona en más de una ocasión me recuerda que las mejores fotos son las que conservas en el corazón. Y qué razón tiene.

Siento que necesito tocar esas fotos, verlas de cerca, sentirlas... Ahora el sonido de la lluvia y el del V-Twin son los que me llevan a recorrer esa ciudad ahora oscurecida y mojada. Me detengo en ése banco de aquél parque en el que di mi primer beso. Quisiera arrancarle el recuerdo al banco. Pero ahí yace, impregnado en sus maderos.

Aquella vieja tienda de música en la que compraba las cuerdas de mi primera guitarra ha desaparecido. En su lugar un negocio de telefonía ha eclipsado las guitarras que minuto tras minuto y dia tras dia emitían el “ smoke on the water “ de cuantos iban a probar tan visceral y hermoso instrumento.

Paso por delante del 487, la escalera de una gran Avenida que vió madurar mis primeros 30 años. Esos cinco pisos que tantas y tantas veces entrenaban mis piernas.Esa finca antes vieja, descuidada, con puerta de forja, es ahora un modernista edificio reformado, en la que el olor de la vieja cerrajería que vió a tantos inquilinos pasar por allí, ha desaparecido.

Ando un poco más. Distingo cada gota que cae, cada gota que se estrella en el toldo de la vieja tienda de ultramarinos, en la que hace ya muchas lluvias compraba con mi madre los donuts y las chocolatinas para merendar. Esa tienda en la que uno encuentra lo inencontrable, y que parece destinada a desaparecer para ocupar su lugar un moderno local de artículos de importación o de comida rápida.

Arranco la moto, y me dirijo hacia el norte, bordeando el Mediterráneo que baña mi cuidad. Me detengo en aquél espigón en el que muchas rocas también llevan impregnadas recuerdos y aventuras adolescentes. Aquella primera botella de ginebra, el primer porro, las primeras caricias con alguien especial…

La lluvia no cesa, y yo sigo bajo ella, contemplando la inmensidad del mar, hasta donde se pierde la vista. Ensimismado en el misterio que encierra cada ola que choca con las rocas y me salpica. Pero no hay temporal capaz de borrar el recuerdo en esas rocas.

Es tarde ya. Vuelvo despacio, sin prisas, gozando de las gotas que golpean la tez. Hace frio, y mi cuerpo necesita un estimulante. Veo un viejo y carajillero bar de carretera, que se convierte en un oasis. Es uno de los placeres que más me gustan cuando voy en mi pequeña: sentir que el frio se ha apoderado de tu cuerpo y volver a sentirte nuevo con un reconfortante café y un cigarro.

Estoy llegando a casa. Ya ha parado la lluvia. Las bolas de cristal yacen en el suelo, rotas, buscando una salida. Pero los recuerdos de verdad siguen estando ahí, imborrables en los maderos del banco y en las rocas, y la lluvia ha conseguido que pueda volver a sentirlos y catarlos como si otra vez el pasado estuviera aquí presente.

sábado, 25 de octubre de 2008

Hace dias que empezó la aventura, siempre acompañada de un blues


Es víspera ya de otro domingo más de carretera con mis amigos. No es un viaje a México, ni un crucero por el Mediterráneo, pero esas horas de asfalto acompañado de geniales colegas no las cambio por el mejor crucero por el mundo…

La emoción ya me empieza a gusanear por el cuerpo. Estoy deseando que suene el despertador a las 06:00 para despejarme con el néctar negro matutino junto a ellos, entre humaredas de cigarros, carajillos de currantes para los que Dios no pensó en ellos cuando inventó el domingo…

Siempre me preparo todo el día antes. Lleno de octanos la panza de la burra, pongo a punto sus Donuts, obsequio a sus cromados con potingues para prevenir las arrugas… Pero acompañado de mis labores con el lloro del alma, un blues.

Acabo ya con mi pequeña. Orgullosa de los cuidados que le he ofrecido, me pide salir a lucir los cromados por la ciudad y estirar las gomas después de su sesión de relax. Salimos sin rumbo, improvisando avenidas, cruzando ramblas, zig-zagueando entre el corazón de la ciudad. Parado bajo los pies de un gigante amarillo, distingo un bar que por el aspecto parece ser diferente a lo habitual. Giro la cabeza ambos lados y me dirijo al local unos metros sobre la acera, para evitar ir en contra dirección. " Estate ahí, pequeña, ahora vuelvo. "

Una cerveza, un cigarro. Una pequeña conversación con la camarera de buen ver que me ha servido la preciada bebida espumosa. Otro cigarro. Ahora la camarera tiene trabajo y me quedo acompañado de la cerveza y contemplado a mi fiel pequeña que permanece en la puerta.

Otra vez ha despertado el gusanillo de la víspera de ruta con mis amigos. Pensando los que iremos, las fotos, la música con la que amenizaré el vídeo… Todo es muy sencillo, pero emocionante. Eso es lo bonito de la sencillez

Ensimismado en la carretera que me deparará el domingo, me llama un buen amigo del grupo, David, dándome la mala noticia de que no puede venir pues su pequeña no está en forma para la aventura de mañana. Una pena no poder compartir con todos los amigos al completo esos 400 kms que mañana nos depararán a Monzón. Pero los que no vienen, deben saber que de alguna manera, sí nos acompañan. Los kilómetros son menos duros con su presencia en nuestro corazón.

Es hora de volver. No he hecho nada espectacular, nada diferente, nada exótico… Pero para mi, la aventura de mañana hace dias que empezó, siempre acompañada de un blues…

miércoles, 22 de octubre de 2008

3 euros y 2 litros de gasofa (incluye vídeo)



Si es que divertirse por 3 euros y dos litros de gasofa no tiene precio...


La noche anterior prometía, pero al final, todo el gozo en un pozo. A las once de la noche ya estaba degustando el placer de sentir que el sueño te vence. El despertador no existía, dejándome llevar hasta que los primeros rayos del sol turbasen mi paz onírica.

Pero me adelanté al Astro Rey. Eran ya las siete de la mañana. Después de unos reponedores desperezos, sabiendo que me quedaba todo el dia por delante, sentía los rugidos de mi pequeña que también se estaba desperezando, esperando que montase sobre ella y la llevara a desafiar el hielo de las carreteras que poco va llegando en ésta época del año.

Le hice caso. Armado de mi siempre fiel, destrozada y arapienta chupa, cumplí sus deseos. Destino: un castillo. Cuál ? Hace tiempo que me quedé con las ganas de visitar Gelida, así que para allá me dirigí con mi compañera de aventuras.

Llego a las diez de la mañana. Unas anchas y largas escaleras, rodeadas por un pasillo de frondosos árboles me señalan que mi pequeña debe descansar, y mis piernas las que les toca trabajar.

Escalera tras escalera, la historia empezaba a hablarme... Cuantas hermosas doncellas, reyes tiranos, comerciantes, sonidos de herraduras habían subido y bajado por donde yo lo estaba haciendo ahora...

Veo una puerta con un cartel: horario de visitas a partir de las 10:30. Alzo mi mirada sobre los metros de colina y escaleras que quedaban. Enciendo un cigarro y continúo mi ascenso. Pocos vestigios quedan del castillo, pero suficientes para demostrar que tales muros jamás se han amedrentado a la atrocidad destructora del hombre.

Al final de la colina, donde el castillo acaba, llego a una gran explanada, rodeada sólo de dos muros. Intuí que en el pasado pudo haber sido un patio de armas o similar, donde valientes y tenaces guerreros se entrenaban sobre como arreglar sus disputas sin mediar palabra.

Ya había llegado al final de mi autónoma visita. Encendí otro cigarro mientras observaba la sólida y consistente argamasa, que ahora equivaldría al conocido cemento y que no aguanta ni el soplido de un hipopótamo.

Voy descendiendo, mientras en dirección contraria a mi sube una chica. Pensé que quizás ella sabría algo de la visita guiada. Así que le pregunté. Me afirmó que ella era la guia. Creí que no sería posible una visita, al ser yo el único perdido a esas horas de un domingo subiendo y bajando sobre ruinas. Una gran alegría me llevé cuando me dijo que no había inconveniente, que aunque fuera yo solo, tenía su derecho y obligación en ofrecerme la visita.

Las primeras notas constructivas fueron apasionantes. El castillo, del siglo X, había servido como fortaleza entre las fronteras de lo que es ahora la comarca del Penedés, y que había servido para defensa contra los invasores árabes.

Entramos a un pequeño museo, en el que se podían contemplar herrajes y adornos de caballos, utensilios de cocina, y una maqueta a escala del castillo.

Salimos al exterior, y volvemos por el mismo camino que había hecho minutos antes. Amenizado el paseo por la simpatía y elocuencia de la guia (Laura), me señala una puerta con el escudo de armas de un tal Berenguer Bertran. El susodicho individuo resultó ser un señor enormemente rico, de la Baronia de Gelida, que compró el castillo allá por el Siglo XIV, obligando al pueblo a colaborar en su reconstrucción gratuitamente, sin pagar por sus trabajos a los obreros. Parece ser que hubo un pleito importantísimo en la comarca por tal explotación, dando la Justicia la razón al pueblo.

Pasamos por delante de lo que era el antiguo cementerio, el que se distinguen aún las formas de las tumbas antropomorfas (siluetas con forma humama esculpidas en la piedra donde depositaban los cadáveres.

Laura se dirige a una puerta, que abre con llaves de forja como antaño, como si la cerradura se hubiera resistido a ser cambiada por cerraduras de Vanguardia. Entramos y me avisa de que agache la cabeza (antes eran muy bajitos, por lo que parece ser), y damos paso a la capilla. Una pequeña pero acogedora estancia, iluminada con candelabros en las que las velas son sustituídas por la incandescencia de las bombillas. En la capilla yacían los restos del tal Berenguer Bertran, en un diminuto sarcófago. Le pregunté porque eran tan pequeños los sarcófagos, y la respuesta es que los restos mortales, una vez quedaban los huesos, los depositaban en éstos cofres. Intuyo que eran unos fanáticos en aprovechar el espacio.

En el sarcófago rezaba una placa en catalán antiguo con ésta inscripción:

" ASI JAUEN LOS MOLTS HONRATS AN B.G.N. E AN CHOLAU BERTRAND FILL SEU, LES ANIMAS DELS QUALS SIAN AN GLORIA "

(algo así como: " AQUI YACEN LOS MUY HONRADOS BERENGUER Y SU HIJO CHOLAU BERTRAND, LAS ALMAS DE LOS CUALES ESTÉN EN GLORIA ")

Queda poco ya para finalizar la estupenda visita. La guinda la pone la subida al campanario, por unas escaleras no aptas para para los que padecen vértigo. Una inmensa campana domina las vistas al valle de la Comarca, en la que se divisa la autopista AP-7 (antigua Via Augusta Romana).

Un último cigarro, contemplando desde el campanario ésa Via Augusta que había servido de comunicación a las Legiones de Roma, junto a las toneladas de hierro que puntualmente sonaban cada hora. Siempre atento a las estupendas y fabulosas historias del castillo que Laura me contaba con entusiasmo.

Llegó la hora de partir. Volví sobre mi pequeña, que fiel permanecía esperándome junto al muro que daba paso a la escalinata. Satisfecho la arrié por las mismas curvas por las que llegué, golpeando en mi tez los aromas del bosque que atravesaba, mientras me decía a mi mi mismo que divertirse por 3 euros y dos litros de gasofa no tiene precio...



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Allá donde sopla el viento...



Eran ya las 11 de la mañana cuando mi estómago y mi capricho de volver a degustar los bocatas del Cuenca estaban saciados...


Antes de salir de tan acogedora posada, aproveché para que me llenaran la petaca de ese sabroso orujo que pocos como ellos almacenan en su bodega.


Era pronto para volver a casa. Era pronto para terminar un almuerzo tan suculento. Ése almuerzo necesitaba de una larga digestión rodando entre arboledas.


Subí por la carretera de Corbera, sin rumbo ni destino fijo. Allá donde soplaba el viento, allí iba. Por un momento me sentí como un bucanero en busca de tierras lejanas aún por descubrir. Con afán de nuevas aventuras y desventuras. Sin miedo y con la adrenalina que a veces te hace subir el misterio y el riesgo.



Hacía tiempo que no cogía ésa carretera.


Con cierta añoranza, recordaba a “ alguien “ que por algún lugar de ésa villa todavía debe andar… A veces es placentero recordar episodios de tu vida con añoranza. Ésa película que te montas, esos recuerdos bonitos… Quizás lo bonito de la nostalgia es que probablemente no se volverá a repetir un episodio igual, y degustas con más placer tus recuerdos guardados bajo llave. Y a veces, hasta te planteas que prefieres que no vuelvan a repetirse, pues el placer de ésa nostalgia ya es suficiente.



Entre nostalgia y pinos, veo un cartel que indica Gelida a 11 kms. Pero me parecía un lugar demasiado conocido y demasiado “ a mano “ como para detener mis pensamientos allí. Necesitaba algo más, alguna aventura, algo desconocido, algo que le diese sentido el dejarme transportar por el viento…



Otro cartel, pero éste pequeño y amarillo, señalando una dirección: Monestir de Sant Ponç. Bien ¡!! Pensé. Algo me decía que era lo que estaba bucando. Continué la dirección que indicaba el cartel, saliendo de la carretera. El liso asfalto por el que subía se convirtió en un asfalto más tortuoso, pero perfectamente apto. Unos kilómetros, y no distinguía ninguna señalización que me llevase al destino que había elegido. De pronto, vuelvo a ver un cartel igual al de antes. Continúo, y el camiono tortuoso por el que venía, se bifuca en dos. Mmmmm…. He ahí la cuestión. ¿ Derecha o izquierda ? Elijo izquierda.



Lo que hasta ahora era una carreterilla tortuosa pero perfectamente practicable, se había convertido, como por arte de magia, en un barrizal y campo de hoyos digno de cualquier paisaje kosovar. Pero no me amedrenté. Unos moto-crossistas pasaron por el lado mirándome estupefactos. PERO ÉSTE TIO ESTÁ GILIPOLLAS O QUE !! Seguro que lo pensarían. Bueno, igual estoy gilipollas, pero lo que no saben es que practicaba el “ custom-cross “.



Estaba en medio del meollo. Si me echaba atrás, ya no seguía el soplar del viento, y eso significaba abandonar la aventura en la que me había inmerso.


Entre baile y baile del donut trasero, empiezo una empinada subida. Y allí, al llegar a la cima de la colina, majestuoso, diviso la torre del campanario que tan ansioso estaba buscando. La intuición de seguir el rastro del viento había dado sus frutos.


Empecé a respirar la paz y la tranquilidad que hacía rato andaba buscando. Ése momento le dió sentido a mi vida. Ésos momentos que te hacen sentir único en la tierra, que te hacen pensar que la vida son menos cosas de las que poseemos y deseamos.


Continúo unas centenas más de metros, y llego hasta el pie del Monasterio. Un árbol centenario posa a escasos metros de la cuidada puerta de madera. Un árbol que podría contar muchas historias que por allí habrán acontecido. Sentía cierta envidia del árbol. Él puede recordar como eran los monjes que por allí pasaban a diario con sus rebaños, cargados con los frutos que nos da la madre tierra, las visitas de los valientes caballeros a bordo de sus corceles que encomendaban su vida a los designios del Señor antes de partir a la batalla… Admiraba tal construcción a medida que la iba visitando mientras la rodeaba. Admiraba lo bien que podían hacer las cosas 800 años atrás con pocos medios, y con la única ayuda de la mano del hombre. Sin grúas, sin camiones hormigonera, sin ayuda de la tecnología. Sólo con sus manos y su ingenio.


Paseo por la explanada trasera del Monasterio, y entre unos árboles encuentro a dos ciclistas reponiendo fuerzas. Mi presencia les provocó un sobresalto. No me extraña, estás con tu bocata tranquilo bajo un pino, creyendo que estás solo, y aparece por detrás un tio de casi dos metros, vestido de cuero y con parches de calaveras, pues no es para menos… Hasta yo me acojonaría ¡!!


Caminé un poco más, contemplando nuevamente tan hermosa construcción y respirando la paz y la tranquilidad que me transmitía la naturaleza.


Me quedé un rato contemplando a mi montura. Gracias a ella había llegado a mi destino no predestinado. Le agradecí en mis adentros lo bien que se había portado, y aproveché para decirle que siempre será la más bella entre las bellas. Celebré el momento recurriendo a la petaca que había llenado previamente en la posada con orujo.


Una última mirada al centenario árbol, deseando que siguiese viendo la vida de los hombres pasar durante mucho tiempo. Me sentí afortunado, pues yo también pasaré a formar parte de sus recuerdos.Un último cigarro. Mi despedida y agradecimientos al viento, que se había detenido allí por mi, y que él continuaría su marcha en busca de otro errante motorista que quisiera seguirle allá donde nadie sabe, como yo hice un dia.






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No tengas miedo

Ella estaba allí, tan sensual, acompañada de tantas otras, pero luciendo más que ninguna pues era la más bella entre las bellas…



Andaba deprisa hacia ella para verla de cerca, pero mientras me acercaba, mis pasos iban siendo más cortos y lentos. La miraba fijamente, recorriendo todas sus curvas, todo ese brillo que desprendía, anonadado y boquiabierto de que lo que estaba viendo no era real. Pensé que era un espejismo lo que veía, y no me atrevía a tocarlo por miedo a romper el encanto…

Pero ella me hablaba. Sólo me hablaba a mi. Nadie más entre la multitud podía escuchar lo que me decía.

-“ Hace tiempo que te espero. No, no me tengas miedo, solo respétame, y seremos buenos amigos…” me dijo...

Tardé un buen rato en articular palabra alguna, en responderle. Como la timidez de ése amor estudiantil que le deja a uno huella de por vida, volvió a hacerse realidad algunas décadas después.

Pero ella es una experta en romper el hielo. Sutilmente insinuó que la tocase tímidamente, que la acariciase… Me recreaba en cada rincón suyo, y cada curva suya era una curva eterna sin fin, que no deseaba que jamás terminase. Deseaba que el tiempo se parase infinitamente en ésos instantes… Mi corazón palpitaba. Sentía que ella se estaba entregando sólo para mi. Su fría piel se iba calentando a cada centímetro que se fusionaba con la mia. Empezábamos a ser un solo cuerpo, un solo “ yo “…

- “ Has estado mucho tiempo sola, y yo te cuidaré como nadie jamás lo hará “, le susurré.


No recuerdo cuanto tiempo pasó. Si fueron minutos, horas, dias…Ése encuentro bastó para cambiar mi vida y el rumbo de la misma.


No me la podía quitar de la cabeza. Mañana, tarde, noche… Siempre estaba allí, en mi mente, y sintiéndola que estaba a mi lado, que me hablaba… Viera lo que viera por las callles, la estaba viendo, y una sonrisa sempiterna en mi rostro acompañaba la añoranza.
La necesitaba, tenía que verla de nuevo. Por motivos contra los que yo no podía luchar, debería estar unos dias alejado de ella. Una larga espera, como la peor de las torturas, esperando acariciarla de nuevo, y hacerla cómplice de todos mis secretos.

Llegó el dia en que pude hacerla mia para siempre. Era un atardecer lluvioso de otoño. Estuvimos juntos hasta el amanecer, recorriendo oscuras calles, grandes avenidas, contemplando la ciudad desde las colinas, respirando la fria y agradable brisa marina con olor a sal… No hacía falta hablar. Nos entendíamos con la mirada. Nos lo decíamos todo sin necesidad de palabras.
Ella sigue estando allí, luciendo entre las más bellas, pero ahora es mia y yo soy suyo.


Somos un mismo cuerpo, un mismo cerebro, un mismo lenguaje común. Los dos sentimos la misma libertad cuando estamos juntos, sentimos el mismo aire frío, el mismo olor…Ella sabe que me hace sentir libre cuando estoy con ella, que me hace ser diferente al resto de muchos mortales. Sólo ella me comprende cuando no quiero ser un común mortal. Ella ha conseguido lo que ninguna otra ha sido capaz de conseguir.


Pero sólo hay algo que ella no deja de repetirme:


- “ Jamás me tengas miedo. Sólo respétame, y seremos buenos amigos…”