sábado, 25 de octubre de 2008

Hace dias que empezó la aventura, siempre acompañada de un blues


Es víspera ya de otro domingo más de carretera con mis amigos. No es un viaje a México, ni un crucero por el Mediterráneo, pero esas horas de asfalto acompañado de geniales colegas no las cambio por el mejor crucero por el mundo…

La emoción ya me empieza a gusanear por el cuerpo. Estoy deseando que suene el despertador a las 06:00 para despejarme con el néctar negro matutino junto a ellos, entre humaredas de cigarros, carajillos de currantes para los que Dios no pensó en ellos cuando inventó el domingo…

Siempre me preparo todo el día antes. Lleno de octanos la panza de la burra, pongo a punto sus Donuts, obsequio a sus cromados con potingues para prevenir las arrugas… Pero acompañado de mis labores con el lloro del alma, un blues.

Acabo ya con mi pequeña. Orgullosa de los cuidados que le he ofrecido, me pide salir a lucir los cromados por la ciudad y estirar las gomas después de su sesión de relax. Salimos sin rumbo, improvisando avenidas, cruzando ramblas, zig-zagueando entre el corazón de la ciudad. Parado bajo los pies de un gigante amarillo, distingo un bar que por el aspecto parece ser diferente a lo habitual. Giro la cabeza ambos lados y me dirijo al local unos metros sobre la acera, para evitar ir en contra dirección. " Estate ahí, pequeña, ahora vuelvo. "

Una cerveza, un cigarro. Una pequeña conversación con la camarera de buen ver que me ha servido la preciada bebida espumosa. Otro cigarro. Ahora la camarera tiene trabajo y me quedo acompañado de la cerveza y contemplado a mi fiel pequeña que permanece en la puerta.

Otra vez ha despertado el gusanillo de la víspera de ruta con mis amigos. Pensando los que iremos, las fotos, la música con la que amenizaré el vídeo… Todo es muy sencillo, pero emocionante. Eso es lo bonito de la sencillez

Ensimismado en la carretera que me deparará el domingo, me llama un buen amigo del grupo, David, dándome la mala noticia de que no puede venir pues su pequeña no está en forma para la aventura de mañana. Una pena no poder compartir con todos los amigos al completo esos 400 kms que mañana nos depararán a Monzón. Pero los que no vienen, deben saber que de alguna manera, sí nos acompañan. Los kilómetros son menos duros con su presencia en nuestro corazón.

Es hora de volver. No he hecho nada espectacular, nada diferente, nada exótico… Pero para mi, la aventura de mañana hace dias que empezó, siempre acompañada de un blues…