sábado, 1 de noviembre de 2008

Swing, vino, y tu sonrisa


" No quiero irme a dormir. Voy a desenfundar la guitarra, y decir con ella lo que no puedo continuar con palabras; y lo haré con el lloro del alma, con un blues… "

Hoy he cogido por primera vez mi vieja Fender. Hace ya algo más de un invierno que permanecía hivernando en su funda negra, dormida, muda; esperando que alguien la hiciera hablar.

Ella debería estar enojada conmigo, por haberla tenido tanto tiempo abandonada, sin nadie que le lustrara sus cuerdas de acero. Ella estaba acostumbrada a sentir a través de mis dedos lo que con palabras no sé hacer.

Con el paso de los años, creo que voy aprendiendo que el alma, los sentimientos etéreos, lo que sale del corazón, no debe forzarse a que se sienta. Cualquier motivo, momento, canción, olor, sonrisa… puede provocar un sentimiento.

La Big Jamboree amenizaba la velada con un siempre agradecido swing. Las largas notas de saxo eran saboreadas y remojadas con una copa de vino blanco. A mi lado, su sonrisa. Una sonrisa que llenaba e iluminaba la oscuridad de la sala. Una belleza y expresión que hacía tiempo que no gozaba tanto en contemplar.
Las miradas furtivas de sus cristalinos ojos, la sonrisa en sus miradas, sus palabras, los cigarros que ella me encendia, sus manos que me rozaban y cogían… hacían temblar mi adrenalina.

Todo era un cocktail fantástico que parecía irreal. Las pentatónicas que recorría el guitarra, el walking del contrabajo, el aire convertido en notas celestiales de los vientos, el vino, y la compañía de esas curvas y sonrisa que me estaban enloqueciendo. Un cocktail explosivo y ardiente que empezaba a hacer efecto. Poco a poco venían recuerdos de cuando le hablaba al aire con mi guitarra, ahora abandonada. No podía por más tiempo tenerla en el olvido. Cuántas cosas necesitaba expresar en ésos momentos, y sólo podía hacerlo a través de unas cuerdas de acero.

La ciudad lluviosa y oscura era otra paseando abrazado junto a ti. Era de noche, pero el sol estaba ahí. Llovía, pero cada gota estaba llena de luz.
Deseaba perderme en la pasión de tus labios. Nadar entre tu carmín y tu sonrisa. Perderme y desaparecer rodeado por tus brazos. Susurrarte al oido cuánto te deseaba y lo que hacía ya mucho tiempo que no sentía y lo que habías provocado que sintiese: desear a alguien con toda mi pasión como sentía contigo y volver a decir con mi guitarra lo que con palabras a veces me es imposible.

Está a punto de salir el sol ya. Despierto, cansado, pero feliz y al mismo tiempo añorante y sensible. Veo desde la ventana las farolas apagarse. Las gentes iniciando su rutina por las calles. Y yo aquí, en mi escritorio, recordando la inolvidable noche que he pasado junto a ti. Deseando volver a verte y rodearte con mis brazos. Morder tus labios, rozar mi piel con la tuya, tenerte… Has sido la única que ha conseguido que vuelva a creer en el lloro del alma.

No quiero irme a dormir. Voy a desenfundar la guitarra, y decir con ella lo que no puedo continuar con palabras; y lo haré con el lloro del alma, con un blues…