jueves, 5 de marzo de 2009

Entre niños y grasa

Hoy ha tocado dedicarle un tiempo a mi niña. Cuando las cosas te cuestan sudor, horas extras, ahorro… procuras cuidarlas lo mejor que puedes, para que ese esfuerzo se vea recompensado con una larga vida de aquello que has adquirido. Y si esos cuidados son hechos por tu propia persona, por tus propias manos, por tu propia imaginación, la satisfacción final no tiene precio.

Ya hacía días que había advertido que el cable de embrague se estaba jodiendo. Como soy un ansias, y cuando veo algo que no me gusta he de arreglarlo inmediatamente, no he podido perder tiempo en solucionar el problema.

Antes de cruzar mi ciudad para ir a buscar un puto cable, he echado un vistazo en mi ajuar motero a ver que encontraba por allí. Destornilladores por aquí, bujías por allá, y entre toneladas y toneladas de tornillos… oh!!! Un cable nuevo!!! Total, que ya que me iba a poner manos a la obra, decido a hacerle un repasillo a fondo a la nena: bujías, filtros de aire, tensado de cadena, engrasado…Como no, me acompañaría un viejo y vetusto reproductor de CD amenizando mis labores bajo el gran y malogrado Vaughan.

Sentado en el suelo, junto a mi amada, las manos negras como el tizón, y llave inglesa en ristre, unos niños recién salidos del cole asoman sus cabezas por la puerta del parking que permanecía abierta. “ que moto más chuli “ alguno de ellos dice. Levanto la cabeza y me enternece ver unas expresiones tan inocentes.
- ¿ Podemos verla? - dice el más alto de ellos y a tenor más decidido.
- ¡Claro chavales!
- Qué estás haciendo… - pregunta el más curioso –
- Arreglar un cable, engrasando… ¿Quereis ayudarme? – les invito yo
- ¡Sí Sí! – emocionados responden

Total, que la tarde me había deparado a unos ayudantes espontáneos en mis quehaceres grasientos. Aguántame aquí, aprieta allá… tareas muy simples, pero que a ellos les emocionaba y divertía como nadie. Y a mi también me divertía y emocionaba, y no por el hecho de estar cuidando a mi nena, si no por el clima tan sano y de inocentes corazones que habíamos conseguido crear en esos momentos; y todo ello, en compañía del Texas Flood…

Al acabar, me preguntan si puedo llevarles a dar una vuelta. Me hubiera encantado dar una vuelta a la manzana con ellos, pero mi prudencia me decía que no podía hacer eso con un niño al que no conocía. La excusa de que no tenía más cascos fue la ideal. Uno de ellos me dice:
- ¡¡Cuando sea mayor quiero ser piloto!! – Le digo que eso es muy bonito, pero que sólo corra cuando esté en las carreras, y que por la ciudad y la carretera sea muy prudente. Bueno, es lo que tiene cuando uno empieza ya en una edad talludita, que trata en ocasiones de ser un improvisado “padre” y procura transmitir buenas y sanas enseñanzas a la juventud.

Mientras iba ya recogiendo, ellos se quedaron conmigo, hasta que salimos. Se despiden con un adiós y con una cristalina sonrisa que denotaba que habían pasado una de sus mejores tardes. Que mejor tarde que estar trasteando una moto en lugar de estar frente a la play – les digo -.
Mientras alzan la mano despidiéndose, unos metros alejados, les digo que no se vayan, que esperen un momento. Me acerco a ellos y les digo que entre moteros deben saludarse y despedirse al estilo Bultaco, con el dedo pulgar alzado. Sí, ya sé que muchos puristas me dirán que el auténtico modo consiste en saludar con los dedos en “V”, pero a mi me mola más el que hace honor a ese pedazo de motos legendarias que parió Paco Bultó, además de ser un símbolo de nuestro suelo patrio.

Mientras me dirigía hacia mi casa, pensé que quizás en unos años, mientras esté viendo algún moto GP por la tele, veré a un niño ya crecido a bordo de un pepino, sobre un podium, alzando una copa, y saludando a sus compañeros al estilo que un dia un desconocido de su barrio le enseñó, al estilo Bultaco.

lunes, 2 de marzo de 2009

Nos vemos en la carretera y en... CUENCA !!!


Qué sería de la vida de un motero si no tuviera buenas aventuras asfálticas que contar… Pero hay aventuras y aventuras. Hay aventuras que surgen al momento, improvisadas, sin nada planeado; y otras que llevas mucho tiempo esperándolas, hablándolas con tus buenos amigos, aquellos con los que has compartido muchos kilómetros y sabes que siempre están ahí aunque algunos estén lejos, para lo bueno y para lo malo, planficando lo básico para que realmente la aventura real surja dentro de una aventura planeada.

Dentro de tres meses escasos la aventura será camino a Cuenca. Una vetusta y austera planificación en la que el resto está destinado a la improvisación. Da gusto saber que puedes contar con amigos a los que no les importe la hora de salida, ni el frio, ni la distancia, ni dormir en una cuneta… Amigos a los que no les importa que se les quede el culo cuadrado con tal de compartir contigo la soledad entre tu y tu montura mientras ruedas. Que comparten la misma sensación de sentir el golpe del viento en tu pecho, el sonido de las revoluciones de los pistones, los bailes de los dedos cuando notas que se te duermen, las ganas de encontrar una buena posada donde te sirvan un reconstituyente café que ayude a subir la temperatura de tu cuerpo… Seremos masocas los moteros? Igual sí, pero me mola ese masoquismo!

En otros extremos de la Península y fuera de ella (Canarias, en éste caso), otros masoquistas del asfalto están sintiendo lo mismo que nosotros. Hacen exactamente lo mismo, el viento les golpea el pecho, las manos se les duermen, pero el destino es común en todos ellos: Cuenca. Nos encontraremos allí con un buen puñado de amigos. Algunos a los que conozco personalmente y con unas ganas locas de volverlos a abrazar, y a otros a los que será la primera vez que les doy un abrazo; pero un abrazo sincero y de corazón, pues a pesar de que hasta ese momento la amistad ha sido forjada de un modo digamos, virtual, han sido muchos los acontecimientos que demuestran que realmente se merecen un abrazo de todo corazón.

Es el segundo año en que unos locos que pasan la mayor parte de su tiempo libre junto a su niña
cromada van a encontrarse para acabar juntos con todas las existencias de cerveza de la ciudad que será escenario del encuentro, para entre trago y trago, contar anécdotas, compartir vivencias, reir… Quien más y quien menos goza a menudo de momentos así, pero cuando todos estos momentos vienen después de tragarte 3 o 4 depósitos de gasofa en unas horas, saben mejor que irte a cenar al restaurante más caro de tu ciudad. Ser humilde y sencillo te ofrece la posibilidad de divertirte y disfrutar precisamente de eso, de la humildad y sencillez, y, de alguna manera, compadezco a aquellos que necesitan de la opulencia para pasarlo bien.

Entre moteros suele decirse: “ nos vemos en la carretera!! “, pero ahora toca decir:

NOS VEMOS EN CUENCA!!!



(no olvides para la música del reproductor de radio para ver el vídeo)